El ta, ta, ta, de Urru

Una de las primeras cosas que me llamó la atención cuando te conocí por primera vez en aquel ilustre despacho de la Diputación, era la capacidad de encontrar lo que estabas buscando en ese gran desorden “controlado” como te gustaba decir.

Alguien me dijo una vez que un despacho puede llegar a ser el reflejo de alguien. Pues tus despachos estaban llenos de vida, de vivencias, de proyectos, de ideas, de familia, de país... Estaba claro que la metodología de las 5S no iba contigo.

Con el paso del tiempo establecimos una jerga especial que hoy podría ser analizada por un experto lingüista. Con un simple “ta, ta, ta”  transmitías tu idea y los demás te seguíamos para ponerla en práctica. Sintetizabas tus pensamientos en pocas palabras, quizás porque ya estabas pensando en la siguiente idea…Era como si te faltara tiempo para hacer todas las cosas que querías hacer en la vida y a los demás tiempo para alcanzarte.

Eres así para todo, un fórmula 1 de las ideas, un “pura sangre” como dirían tus colegas andaluces.  Vivías lo que te rodeaba con pasión y devoción, empezando por tu familia y tus amigos  y continuando por tu empresa, tus clientes, el Athletic, tu Basauri, tu equipo ciclista…

Recuerdo en la Dipu cuando un mendigo entró a pedir algo para comer, y le llevaste a un restaurante cercano para pagarle un comida.

Recuerdo cómo te enfadabas cuando alguien nos llamaba para cobrar parte del dinero atrás ganado con la lotería del Equipo Ciclista Euskadi. “Ni un duro, lo necesitamos para el equipo”, nos decías.

Recuerdo cuando nos contabas cómo vivías algunos partidos del Athletic, encerrado en otra habitación sin ver la TV de lo mal que lo pasabas, hasta que oías a tu hijo gritar GOL.

Recuerdo tu cara de felicidad cuando un evento importante salía bien o, mejor aún, cuando Rosi o alguno de tus hijos te sorprendía gratamente por alguna acción.

Recuerdo tu apoyo incondicional a Guaber en los inicios de una empresa que empezó a dar sus primeros pasos gracias a ti.

Recuerdo algunas broncas, tan certeras como cortísimas, de las que tanto aprendí.

Recuerdo tus recuerdos, cuando nos contabas historias de tu paso de estudiante por Madrid, de aquellos primeros años en DEIA, de los proyectos que manejaste en tu paso por la Dipu (del Guggenheim, del metro…) y de las ideas que tenías para MBN.

En estos pequeños recuerdos se resume lo que era Urru: sensible, generoso, apasionado, luchador, feliz, maestro y amigo. Así te recordaré el resto de mi vida.

Alfonso