POR IÑIGO CAMINO, * DIRECTOR DE DEIA
JUAN Carlos Urrutxurtu tenía que haber sido director de DEIA, su periódico de siempre, al que quería como solo alguien tan impulsivo como Urru es capaz de querer, al que siempre sentía como propio para bien y para mal. Ya enfermo, cuando Eneritz -su hija, también periodista- pensó en hacerle un regalo, para un cumpleaños que ya no celebrará, la decisión fue fácil. Eneritz quería recopilar una colección de sus artículos en DEIA. Cuenta la leyenda en Redacción que todas las noches, todavía estudiante en Madrid, Juan Carlos pasaba por talleres y rotativas de otros diarios para, todavía con la tinta fresca, robar alguna exclusiva a la competencia estatal y avisar a los compañeros de Cierre en Bolueta.
Urrutxurtu era un periodista de los de colmillo. De esa raza especial que sabe cuándo un hecho va a ser noticia. Una auténtica máquina de trabajar. Un periodista que supo ser profesional honesto a los dos lados de la barricada. Como plumilla y jefe de sección en DEIA, como responsable de comunicación en la Diputación de Bizkaia, como imprescindible impulsor de la Fundación Ciclista Euskadi, como consultor hiperactivo en MBN para empresas e instituciones, como activista incansable en el batzoki de Basauri, como efectivo militante para los mil marrones que le encargábamos desde EITB y después desde Sabin Etxea... En todas y cada una de sus actividades supo hacer periodismo del bueno, al tiempo que ayudaba a construir País.
Urru pudo haber sido director de DEIA. Quería, pero sentía que no debía. No le pudimos convencer. En aquellos inicios de la crisis, le pudo más su responsabilidad hacia sus compañeros de MBN, la empresa que con tanto esfuerzo había contribuido a poner en marcha. Sentía que no podía abandonar el barco cuando creía que más le iba a necesitar el proyecto de MBN. Pasaron los meses e intercambiamos los papeles. Ahora era Urru quien trataba de convencerme para asumir la dirección de DEIA. Acepté, pero le pedí ayuda y vaya sí cumplió como pocos echándonos una mano durante muchos meses, mientras la cruel enfermedad le permitió estar operativo.
Repaso ahora sus decenas de correos electrónicos. La verdad es que no había sido realmente consciente de todo lo que Urru nos había ayudado al proyecto del actual DEIA. En sus correos encuentro análisis pormenorizados del periódico del día. Desde un pie de foto hasta un error en el índice, desde un titular inadecuado hasta una sugerencia para mejorar un anuncio promocional de la casa. Y muchos de los emails están enviados en pleno tratamiento contra el cáncer. El 31 de julio de 2009 estuvimos juntos en Sabin Etxea antes de su primer ingreso en Usansolo. Unas semanas después me decía: "Ya sé que habrá que esperar a enero para ver los cambios, pero la cosa va bien. Estoy hospitalizado pero te mandaré un análisis de esta semana, ya que marco día a día los periódicos. Mando un adelanto". Y me avisaba cada vez que el periódico se agotaba en el kiosco de Usansolo. Mi respuesta no podía ser más agradecida: "Muchísimas gracias, Urru. Cada vez que leo tus emails (confío que sigas enviándomelos) me ratifico en que tú sí que habrías sido un buenísimo director de DEIA".
Y además de emplear todo su conocimiento en ayudarnos a hacer cada día un periódico mejor, Juan Carlos con sus avisos y sus recomendaciones nos ayudaba a marcar la agenda informativa. Atuneros, Guggenheim Urdaibai, críticas socialistas a la Ertzaintza en otras legislaturas, la foto de Patxi López para el Vanity Fair, la intervención del diputado general en Cebek, mil y una historias de Basauri, el Consorcio de Transportes de Bizkaia, sugerencias de contertulios para Onda Vasca...
Leo también cómo terminó su último artículo en DEIA, el obituario del sastre basauritarra Manu Pascual, y creo que estas líneas son también aplicables a la labor profesional de Juan Carlos. "Pero el buen producto -aseguraba- hay que venderlo. Y Manu, contradiciendo el conocido refrán, el buen paño en el arca se vende, sabía promocionarlo, exponerlo, conocía los gustos de sus clientes y, sobre todo, sabía cómo tratarlos. Profesionalidad, sí, pero sobre todo cercanía creo que se llama a esa cualidad que él tenía y que ha sabido transmitir a su equipo de colaboradores y con la cual se ganó el cariño y el afecto de los basauritarras. Goian bego".
Aquellos meses, tras la primera operación de autotrasplante de médula, parecen ahora un espejismo. Urru volvía a estar en plena forma con su hiperactividad de siempre. Hasta que todo volvió a empezar. Urru ha luchado hasta el final como un jabato. Quedaron pendientes las comidas aplazadas con Manu Castilla y Mikel Álvarez. Mientras tanto, sus sms nos ponían al tanto de su estado y, sobre todo, nos daban ánimos a sus amigos. De vez en cuando volvían sus ahora ya esporádicos emails, sus sms con avisos sobre fallos o aciertos en el periódico... Poco antes de Navidad, con Igor Camaño, pude visitarle en Usansolo. ¡Qué gran lección de periodismo y de ganas de aferrarse a la vida, con la ayuda de Rosi, nos dio aquella tarde inolvidable! ¡Y qué sentido del humor al referirse en sus posteriores sms a la médula que le iba a prestar aquel joven alemán en Valdecilla! Pero no pudo ser. Urru fue un maestro de la comunicación hasta en sus últimos mensajes a sus muchos amigos para informarnos del curso de su enfermedad. Somos muchos los que te vamos a echar mucho en falta, Urru, el mejor director que pudo haber tenido DEIA.
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